De vez en cuando atravesar el silencio no es lo más inoportuno. Cuidar las palabras es una obligación, si. Pero ¿que se puede hacer en esos momentos donde uno quiere gritar y solo sale silencio? Es realmente así? A donde se fueron las palabras? A donde se fue todo lo que tenías que decir?
Y mágicamente aparecen. Aparecen para decir lo que querías, pero los demás no lo van a interpretar de esa forma. El termómetro que tenías bajo el brazo explotó y llenás a todo tu entorno de mercurio envenando así tu castillo y terminás encerrado, solo y rodeado por agua.
Menos mal que me desperté y salvo excepciones siempre mantuve mi temperatura. Este espacio nació del dolor y todavía me cuesta acostumbrarme a estar peleando siempre allá arriba, entrar siempre a las copas. A un pequeño campeón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario