martes, 5 de julio de 2011

Rodeado

De vez en cuando atravesar el silencio no es lo más inoportuno. Cuidar las palabras es una obligación, si. Pero ¿que se puede hacer en esos momentos donde uno quiere gritar y solo sale silencio? Es realmente así? A donde se fueron las palabras? A donde se fue todo lo que tenías que decir?

Y mágicamente aparecen. Aparecen para decir lo que querías, pero los demás no lo van a interpretar de esa forma. El termómetro que tenías bajo el brazo explotó y llenás a todo tu entorno de mercurio envenando así tu castillo y terminás encerrado, solo y rodeado por agua.

Menos mal que me desperté y salvo excepciones siempre mantuve mi temperatura. Este espacio nació del dolor y todavía me cuesta acostumbrarme a estar peleando siempre allá arriba, entrar siempre a las copas. A un pequeño campeón.

No hay comentarios: